..:::Cita concertada:::..

Una semana sin bloggear! Queria contarles tantas cosas de Caminantes por la vida, pero me quedé en espera de las fotos (que todavía no llegan) que se enfrío el tema y lo dejé así. Este fin de semana fue el Encuentro Multidiciplinario (EME). Muy bien organizado, la línea gráfica muy acorde, muy clean (me gusta lo blanco y negro). Las charlas estuvieron ahí...les doy 3 de 5. Lo que no me gustó es que nuestros colegas no saben hablar en público. Que pena. Cambiando el tema. Encendí mi pc para postear lo que leerán a continuación, porque desde que lo leí, pensé: esto va para mi blog! _______________________________________________
Era muy extraño despertar sin ese cosquilleo de emociones en todo mi cuerpo. Salí a buena hora rumbo a la oficina y evite a toda costa escuchar en el camino canciones que me llenaran de tristeza o desconcierto. Ya tengo suficiente. Quería llegar y ocuparme a como dé lugar. Mi escritorio estaba impecable, parece ser que trabajo más rápido de lo que pensaba. Según mi agenda, a las 4:00 de la tarde teníamos un encuentro con una empresa interesada en nuestros servicios de relaciones públicas. Gracias a Dios toda mi tarde estaría ocupada en eso. Comencé a organizar los archivos recientes de mi computadora, cuando el timbre del teléfono de mi oficina me desconcentró totalmente.

“Hola pequeña”, la voz más dulce del mundo, saludó. “Hola mamá, pienso pasar por allá luego del trabajo”. Mamá era la persona ideal para acurrucarme el corazón. “Para eso te llamaba, quería que cenáramos juntas. Solas, tú y yo. Hace mucho que quiero que pasamos un tiempecito conversando”, me dijo. Terminada la conversación, el resto del día pasó rápido. En la reunión, como toda una profesional, tuve un manejo impecable de nuestra propuesta inicial de trabajo para esa empresa pero, como un ojo visor de tercera persona, en varias ocasiones me pareció estar viéndome desde fuera y pensé que mi vida estaba tal como yo quería que fuera desde aquel suceso con Armando hace 2 años: entrega total al trabajo, independiente, y sola... ¡claro! Entiendo que no haber entregado mi corazón no se trata de algo que decidí, sino más bien de que a raíz de ese “disturbio emocional de confusiones e inseguridades de aquel caballero” fui una mujer mucho más cuidadosa y observadora.

En Toda la jornada laboral evite entrar a mi correo electrónico personal, pero al final de la tarde confieso que fui débil. Además, él no tenía que ser la razón para que yo dejara de hacer uso de algo mío. He recibido correos de muchos de los lectores de esta columna y tanto hombres como mujeres me dicen que debo darle una oportunidad a Armando, aunque lo haga sufrir un poquito. Quisiera contestarles y decirles a todos que tengo una decisión, que estoy bien…pero les mentiría si lo hago. No me siento tan bien como quisiera. Armando volvió a sacudir mi mundo y no era justo. Darle una oportunidad implicaría hacer pasar por una dura prueba a mis sentimientos. Es obvio que siento todavía algo por él. Todos y todas alguna vez hemos dado oportunidades a algunas personas. Si tan solo supiera que no volveré a pasar por un mal rato. En ese momento entró repentinamente mi hermana Martha.

“Sé que no me esperabas, pero tengo qué contarte”. “¿Adivina quien pasó por mi casa? ¡Armando, querida! Me dijo que te entregara esto y que no quería llamarte directamente porque sabía que no aceptarías su llamada. ¡Anda! ¡Ábrelo, que quiero saber lo qué es!”. Era un sobre, y dentro de él una invitación a cenar en manuscrito para el siguiente miércoles. “Dame una oportunidad de mostrarte el hombre que verdaderamente soy. Te pido que solo me escuches y luego decidas”. Mi hermana me arrebató la nota y me preguntó: “¿Irás, verdad?”. “Sí, iré.

l miércoles estaré allí.” El lugar era un restaurante a orillas de la playa. Armando tendría su oportunidad de hablar y de que yo le escuchara. Mas, sin embargo, muy a pesar de mis sentimientos no prometo nada. Salí de la oficina convencida de que para ese día debía revestirme de fortaleza. Yo también tenía un par de cosas qué decirle de frente. Martha me dijo que lo mejor que hacía era escucharlo, que le había visto la esperanza en los ojos cuando llevó la carta. La esperanza que probablemente mi hermana vio en los ojos de Armando era la misma que se llevó de mi vida cuando aquella vez estaba convencida de que era el hombre de mi vida. Era un hecho, la cita estaba concertada, será hasta el miércoles cuando tanto ustedes como yo sabremos, con qué nuevos argumentos Armando pretende justificar una oportunidad.

"Cita Concertada"

Cohrina

La vida en tacones

Oh!Magazine, Listín Diario

Sábado 11 de octubre, 2008

Fotografía por Frida VL